sábado, 25 de septiembre de 2010

Me lenvanté…

Me levanté y me lo encontré; me senté y lo perdí. Naufragué y…
Nunca más pude verlo, y mi corazón sediento me conduce hasta encontrarlo.
Cada día despierto, me pregunto la razón de el por qué de eso y la respuesta está en olvidarlo. Es una pesadilla en la que cada mañana pierdo la zapatilla.
(Esperando todavía que este sueño interminable acabe…)

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