Los rostros de mis seres queridos me observan con infinita tristeza, pero no comparto este sentimiento.
Noto el frío abrazo de la muerte en mi cuerpo, en mi alma, pero tengo esperanza. He cometido cosas horribles a lo largo de mi vida, y los ángeles del cielo no querrán saber nada de mí; por eso, acudo directamente a Ti, Señor. Mi fe no tiembla ante este vacío inmenso que hay ante mí. Me despido del mundo y me dejo caer...
Te pido que me recojas.
Muy bueno
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