jueves, 7 de octubre de 2010

Érase una vez

Érase una vez un chico joven que se quedó hasta tarde trabajando en la oficina. Intentó imprimir las cuentas anuales de la empresa en la que trabajaba, pero en vez de eso de la máquina impresora salió una hoja con un agujero negro y sin fondo en medio. Empezó a tener hambre y se le ocurrió utilizar la hoja con el agujero para atravesar el cristal y poder robar una chocolatina. Al ver que funcionaba, intentó hacer lo mismo pero esta vez con la caja fuerte donde la empresa guardaba miles de euros.
Al ver que no terminaba de alcanzar los mil euros restantes, se introdujo por el agujero y se quedó encerrado en la caja fuerte al caerse el papel que estaba mal pegado.
La moraleja: "la avaricia rompe el saco".

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