Era el 5 de enero de 1060. Los Reyes Magos estaban ya repartiendo los regalos por toda la geografía mundial. A las cinco de la mañana, se reunieron para repartir los regalos por el último país: Egipto. Al acabar, decidieron ir a la casa del Faraón para dejarle unos regalos a sus hijos, pero, al aentrar en el palacio, se perdieron. Estuvieron intentando llegar a los aposentos del Faraón y su familia. Como ya era muy tarde, decidieron irse pero fueron sorprendidos por unos bandoleros y ladrones que intentaban coger la corona del Faraón para dársela a su jefe (antiguamente, en Egipto, reinaba el que poseía la corona divina), el cual era un malvado emperador del país vecino Los ladrones les obligaron a sacarse sus vestidos de reyes y los intercambiaron por sus ropas de ladrones, los ataron a una columna y se fueron con la corona y los regalos.
A la mañana siguiente, el Faraón decidió encarcelarlos. Pasaron los años y durante una o dos décadas no hubo visita de los Reyes Magos, hasta que un paje se dio cuenta de que aquello no podía continuar así.
Este paje es ahora, con sus otros muchos ayudantes, los que reparten los regalos. Por cierto, los tres Reyes Magos de Oriente aún siguen en algún lugar de Egipto.
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