viernes, 19 de noviembre de 2010

El amado y la mujer

… y le lanzó un beso que, suspendido en el cine, ella creyó ver volar e irse, o venir. Y partió, él, solo y a la aventura, sin saber su sino. Debía partir, rápidamente debía irse. Y dejarla. A ella la dejó en casa, con lágrimas en los ojos, de amor, o de tristeza.
Y, dice ella que vio a su amado cabalgar lejos, lejos de todo lo suyo. Y por el sendero del bosque, ése sendero que tantas veces los había visto pasear, y besarse, ahora se presentaba como paisaje a una despedida que se hizo corta, demasiado corta, quizás.
Y la mujer vio a su amado partir, creyendo que nunca volvería a verlo, y pensando que jamás querría a otro hombre más que a aquel, y el amado partió, pensando que, si encontrara a otra, no dudaría en amarla tanto o más como amó a aquella, que pretendió ser su amada, pero que no llegó ni a mujer del montón.

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